Blogs de Ajo sal y pimiento y lo demás es cuento. Español
jueves, 10 de mayo de 2012
Lunes 7 - Viernes 10 De Mayo
Prueba de cuento
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA
NACIONAL
“FRANCISCO MORAZÁN”
Modelos literarios: Cuento Primer Período Lic. José
Alberto Díaz
Nombre. __Fary Said Nicoli
Alvarenga__________________Fecha: 08 /05/ 2012
TIPO ENSAYO Valor 25% (5% c/u)
Instrucciones: conteste cada una
de las interrogantes con argumentación válida, de forma coherente y con ilación
temática.
1- ¿Por qué se facilitó la épica a los escritores de la Edad Media?
Tres argumentos como mínimo
R\*La narración heroica en
verso, era más fácil y rápida su propagación
en todo el territorio. 8Porque habían
muchas guerras para ensanchar el territorio de dichos países o pueblos, plasmaban la realidad que Vivian. La necesidad de crear un héroe y lograr que
la sociedad cobre espíritu patriótico
2- ¿Cuál es la diferencia entre El Mío Cid y Conde Lucanor? Cuatro
argumentos como mínimo
R\*En el Mío Cid se ve el clímax de
la dicha época porque hace referencia a
la caballería, la religión y la guerra contra los árabes.
*El Mío Cid es una obra escapista, buscaban huir de la realidad del
país, sucumbidos en la pobreza, las guerras y la imposición de mandatos
religiosos.
* En el Conde Lucanor no hay tanta descripción detallada de
aspectos físicos como en el Mío Cid.
*El Conde Lucanor no se hace énfasis en un héroe nacional, como en
el Mío Cid. El conde Lucanor, obra del
XIV, con el Mío Cid del siglo XII.
3- ¿Cuál es la impresión dejada por La Divina Comedia?
R\Es un libro que me ha dejado con una profunda curiosidad acerca
de la vida después de la muerte. Hay cosas del
libro que yo sé que no
son ciertas, a según he
leído en la biblia, si hay
cosas que se ve claramente que son inventadas, sin embargo
hay otras que si concuerdan con la biblia, por ejemplo el hace referencia
en los diferentes lugares de castigos que hay en el infierno y en
la Biblia en ninguna parte habla de cada uno de esos lugares o que sean así como el los describe. Eso pone en debate al
escritor, que no
lo juzgo porque
supongo que bajo
su creencia católica
escribió dicho libro,
sin embargo, me gusta que Dante hace que los lectores reflexionen en su
modus vivendi y que cambie las malos actitudes, ya que a según explica el
autor la paga por ser malos es el
castigo eterno.
4- Con la ayuda de los cuentos de El Decamerón, ¿qué hacen de Giovanni
Boccaccio un humanista?
Tomando en cuenta lo analizado en clase y con la ayuda de los
cuentos leídos, ¿cuál es el movimiento fuerte en Guy de Maupassant?
R\ En el libro el Decamerón se ve como las debilidades o
necesidades humanas, brotan a flor de piel, se ve como Boccaccio manifiesta que
el hombre por naturaleza necesita una mujer, no importa que sea un sacerdote,
un burgués o un pobre todos tienen necesidades básicas así también la naturaleza malvada del ser humano
capaz de engañar, ser avaro etc.., Es por esto y mucho más que podemos decir
que Boccaccio es humanista.
5- Tomando en cuenta
lo analizado en
clase y con
la ayuda de
los cuentos leídos,
¿cuál es el movimiento fuerte en Guy de Maupassant?
R\
El naturalismo porque hace énfasis en el aspecto psicológico de los
personajes.Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y exacta de la
realidad El Realismo es más descriptivo y
refleja los intereses de una capa social muy
definida, la burguesía, mientras que el
Naturalismo extiende su descripción a las clases más desfavorecidas, intenta
explicar de forma materialista y casi mecanicista la raíz de los problemas
sociales y alcanza a hacer una crítica social profunda; además, si el individualismo burgués es siempre libre y optimista en su fe liberal de que es posible el progreso sin
contrapeso y labrar el propio destino, el naturalismo es pesimista y ateo
merced al determinismo, que afirma que es
imposible escapar de las
condiciones sociales que guían nuestro sendero en la vida sin que podamos hacer
nada por impedirlo.
TIPO PRÁCTICO Valor 25%
(6.25% c/u)
Instrucciones: realice lo que se le solicita.
1- A los sucesivos cuentos extraerles lo siguiente:
Temática, tipo de narrador,
personajes, Planteamiento, nudo, desenlace, diálogo, descripción, tiempo
externo e interno, espacio físico, psicológico y social.
CUENTO DE LA OBRA “EL CONDE
LUCANOR”
Lo que sucedió a un
rey con los burladores que hicieron el paño
Otra vez le dijo el
Conde Lucanor a su consejero Patronio:
-Patronio, un hombre
me ha propuesto un asunto muy importante, que será muy provechoso para mí; pero
me pide que no lo sepa ninguna persona, por mucha confianza que yo tenga en
ella, y tanto me encarece el secreto que afirma que puedo perder mi hacienda y
mi vida, si se lo descubro a alguien. Como yo sé que por vuestro claro
entendimiento ninguno os propondría algo que fuera engaño o burla, os ruego que
me digáis vuestra opinión sobre este asunto.
-Señor Conde Lucanor
-dijo Patronio-, para que sepáis lo que más os conviene hacer en este negocio,
me gustaría contaros lo que sucedió a un rey moro con tres pícaros granujas que
llegaron a palacio.
Y el conde le preguntó
lo que había pasado.
-Señor conde -dijo
Patronio-, tres pícaros fueron a palacio y dijeron al rey que eran excelentes
tejedores, y le contaron cómo su mayor habilidad era hacer un paño que sólo
podían ver aquellos que eran hijos de quienes todos creían su padre, pero que
dicha tela nunca podría ser vista por quienes no fueran hijos de quien pasaba
por padre suyo.
»Esto le pareció muy
bien al rey, pues por aquel medio sabría quiénes eran hijos verdaderos de sus
padres y quiénes no, para, de esta manera, quedarse él con sus bienes, porque
los moros no heredan a sus padres si no son verdaderamente sus hijos. Con esta intención,
les mandó dar una sala grande para que hiciesen aquella tela.
»Los pícaros pidieron
al rey que les mandase encerrar en aquel salón hasta que terminaran su labor y,
de esta manera, se vería que no había engaño en cuanto proponían. Esto también
agradó mucho al rey, que les dio oro, y plata, y seda, y cuanto fue necesario
para tejer la tela. Y después quedaron encerrados en aquel salón.
»Ellos montaron sus
telares y simulaban estar muchas horas tejiendo. Pasados varios días, fue uno
de ellos a decir al rey que ya habían empezado la tela y que era muy hermosa;
también le explicó con qué figuras y labores la estaban haciendo, y le pidió
que fuese a verla él solo, sin compañía de ningún consejero. Al rey le agradó
mucho todo esto.
»El rey, para hacer la
prueba antes en otra persona, envió a un criado suyo, sin pedirle que le dijera
la verdad. Cuando el servidor vio a los tejedores y les oyó comentar entre
ellos las virtudes de la tela, no se atrevió a decir que no la veía. Y así,
cuando volvió a palacio, dijo al rey que la había visto. El rey mandó después a
otro servidor, que afamó también haber visto la tela.
»Cuando todos los
enviados del rey le aseguraron haber visto el paño, el rey fue a verlo. Entró
en la sala y vio a los falsos tejedores hacer como si trabajasen, mientras le
decían: «Mirad esta labor. ¿Os place esta historia? Mirad el dibujo y apreciad
la variedad de los colores». Y aunque los tres se mostraban de acuerdo en lo
que decían, la verdad es que no habían tejido tela alguna. Cuando el rey los
vio tejer y decir cómo era la tela, que otros ya habían visto, se tuvo por
muerto, pues pensó que él no la veía porque no era hijo del rey, su padre, y
por eso no podía ver el paño, y temió que, si lo decía, perdería el reino.
Obligado por ese temor, alabó mucho la tela y aprendió muy bien todos los
detalles que los tejedores le habían mostrado. Cuando volvió a palacio, comentó
a sus cortesanos las excelencias y primores de aquella tela y les explicó los
dibujos e historias que había en ella, pero les ocultó todas sus sospechas.
»A los pocos días, y
para que viera la tela, el rey envió a su gobernador, al que le había contado
las excelencias y maravillas que tenía el paño. Llegó el gobernador y vio a los
pícaros tejer y explicar las figuras y labores que tenía la tela, pero, como él
no las veía, y recordaba que el rey las había visto, juzgó no ser hijo de quien
creía su padre y pensó que, si alguien lo supiese, perdería honra y cargos. Con
este temor, alabó mucho la tela, tanto o más que el propio rey.
»Cuando el gobernador
le dijo al rey que había visto la tela y le alabó todos sus detalles y
excelencias, el monarca se sintió muy desdichado, pues ya no le cabía duda de
que no era hijo del rey a quien había sucedido en el trono. Por este motivo,
comenzó a alabar la calidad y belleza de la tela y la destreza de aquellos que
la habían tejido.
»Al día siguiente
envió el rey a su valido, y le ocurrió lo mismo. ¿Qué más os diré? De esta
manera, y por temor a la deshonra, fueron engañados el rey y todos sus
vasallos, pues ninguno osaba decir que no veía la tela.
»Así siguió este
asunto hasta que llegaron las fiestas mayores y pidieron al rey que vistiese
aquellos paños para la ocasión. Los tres pícaros trajeron la tela envuelta en
una sábana de lino, hicieron como si la desenvolviesen y, después, preguntaron
al rey qué clase de vestidura deseaba. El rey les indicó el traje que quería.
Ellos le tomaron medidas y, después, hicieron como si cortasen la tela y la
estuvieran cosiendo.
»Cuando llegó el día
de la fiesta, los tejedores le trajeron al rey la tela cortada y cosida,
haciéndole creer que lo vestían y le alisaban los pliegues. Al terminar, el rey
pensó que ya estaba vestido, sin atreverse a decir que él no veía la tela.
»Y vestido de esta
forma, es decir, totalmente desnudo, montó a caballo para recorrer la ciudad;
por suerte, era verano y el rey no padeció el frío.
»Todas las gentes lo
vieron desnudo y, como sabían que el que no viera la tela era por no ser hijo
de su padre, creyendo cada uno que, aunque él no la veía, los demás sí, por
miedo a perder la honra, permanecieron callados y ninguno se atrevió a
descubrir aquel secreto. Pero un negro, palafrenero del rey, que no tenía honra
que perder, se acercó al rey y le dijo: «Señor, a mí me da lo mismo que me
tengáis por hijo de mi padre o de otro cualquiera, y por eso os digo que o yo
soy ciego, o vais desnudo».
»El rey comenzó a
insultarlo, diciendo que, como él no era hijo de su padre, no podía ver la
tela.
»Al decir esto el
negro, otro que lo oyó dijo lo mismo, y así lo fueron diciendo hasta que el rey
y todos los demás perdieron el miedo a reconocer que era la verdad; y así
comprendieron el engaño que los pícaros les habían hecho. Y cuando fueron a
buscarlos, no los encontraron, pues se habían ido con lo que habían estafado al
rey gracias a este engaño.
»Así, vos, señor Conde
Lucanor, como aquel hombre os pide que ninguna persona de vuestra confianza
sepa lo que os propone, estad seguro de que piensa engañaros, pues debéis
comprender que no tiene motivos para buscar vuestro provecho, ya que apenas os
conoce, mientras que, quienes han vivido con vos, siempre procurarán serviros y
favoreceros.
El conde pensó que era
un buen consejo, lo siguió y le fue muy bien.
Viendo don Juan que
este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro y compuso estos versos
que dicen así: A quien te aconseja encubrir de tus amigos
más le gusta engañarte que los higos.
más le gusta engañarte que los higos.
FIN
R\ Temática de la obra: El Engaño
, confianza y sinceridad
Ti[po de Narrador: Observador
PERSONAJES:
Patronio
Lucanor
Tejedores
Rey
Planteamiento Había un rey, quien
escucho hablar de tres tejedores y quiso que le hicieran una prenda.
Nudo Los tres
tejedores lo engañaron, harían
una prenda mágica con materiales carísimos pero que el rey no
la podía ver porque era un hijo bastardo.
Desenlace El rey creyendo que
solo el no podía ver su nuevo vestido salió y todo mundo lo vio desnudo, pero cuando fueron a buscar
los picaros ya habían huido.
Diálogo Es directo, ya que el conde Lucanor le presento su dilema a Patronio para que
éste le dé consejo sabio. “Otra vez le dijo el Conde Lucanor a su consejero
Patronio: -Patronio, un hombre me ha
propuesto un asunto muy importante, que
será muy provechoso para mí; pero me pide que no lo sepa ninguna persona, por
mucha confianza que yo tenga en ella, y tanto me encarece el secreto que afirma
que puedo perder mi hacienda y mi vida, si se lo descubro a alguien. Como yo sé
que por vuestro claro entendimiento ninguno os propondría algo que fuera engaño
o burla, os ruego que me digáis vuestra opinión sobre este asunto. -Señor Conde
Lucanor -dijo Patronio-, para que sepáis
lo que más os conviene hacer en
este negocio, me gustaría contaros lo que sucedió a un rey moro con tres
pícaros granujas que llegaron a palacio.” Es indirecto, porque se narra lo que
el rey le dice a los tres tejedores y a los servidores. “Cuando el servidor vio
a los tejedores y les oyó comentar entre ellos las virtudes de la tela, no se atrevió a decir que no la
veía. Y así, cuando volvió a palacio, dijo al rey que la había visto.”
Descripción
Prosopografía: Describir el
exterior de una persona.
“Y vestido de esta forma, es
decir, totalmente desnudo, montó a caballo para recorrer la ciudad; por suerte,
era verano y el rey no padeció el frío”.
“Cuando el gobernador le dijo
al rey que había visto la
tela y le alabó todos
sus detalles y excelencias, el monarca se sintió muy desdichado, pues ya
no le cabía duda de que no era hijo del rey a quien había sucedido en el trono.
Por este motivo, comenzó a alabar la calidad y belleza de la tela y la destreza
de aquellos que la habían tejido. “
Tiempo
externo e interno
Tiempo
interno: »
Pasados varios días, fue uno de ellos a decir al rey que ya habían empezado la
tela y que era muy hermosa; también le
explicó con qué figuras
y labores la estaban haciendo, y le
pidió que fuese a verla él
solo, sin compañía de ningún
consejero. Al rey le agradó mucho todo esto.
»A los pocos días, y para que viera la tela, el rey envió a su
gobernador, al que le había contado las excelencias y maravillas que tenía el
paño. En si no muestra una cantidad
exacta de días solo se habla de varios, pocos, día de la fiesta. Pudieron haber
sido semanas. Tiempo externo: El conde Lucanor, obra del XIV. Espacio
físico “tres pícaros fueron a palacio y dijeron al rey que eran
excelentes tejedores, y le contaron cómo
su mayor habilidad era hacer un paño que sólo podían ver aquellos que eran
hijos de quienes todos creían su padre, pero que dicha tela nunca podría ser
vista por quienes no fueran hijos de quien pasaba por padre suyo.” La acción se
realiza en el palacio. Psicológico y social. »Todas las gentes
lo vieron desnudo y, como sabían que el que no viera la tela era por no ser
hijo de su padre, creyendo cada uno
que, aunque él no
la veía, los demás
sí, por miedo a perder la honra, permanecieron callados y ninguno se
atrevió a descubrir aquel secreto. Pero un negro, palafrenero del rey, que no
tenía honra que perder, se acercó al rey y le dijo: «Señor, a mí me da lo mismo
que me tengáis por hijo de mi padre o de otro cualquiera, y por eso os digo que
o yo soy ciego, o vais desnudo». El rey
carecía de autoestima, por no ser un hijo legítimo. El gobernador era un hombre con temores y
sin ninguna convicción.
EL COCINERO CHICHIBIO DE LA OBRA EL DECAMERÓN
Currado Gianfiglazzi
se distinguía en nuestra ciudad como hombre eminente, liberal y espléndido, y
viviendo vida hidalga, halló siempre placer en los perros y en los pájaros, por
no citar aquí otras de sus empresas de mayor monta. Pues bien; habiendo un día
este caballero cazado con un halcón suyo una grulla cerca de Perétola y
hallando que era tierna y bien cebada, se la mandó a su vecino, excelente
cocinero, llamado Chichibio, con orden de que se la asase y aderezase bien.
Chichibio, que era tan atolondrado como parecía, una vez aderezada la grulla,
la puso al fuego y empezó a asarla con todo esmero.
Estaba ya casi a punto
y despedía el más apetitoso olor el ave, cuando se presentó en la cocina una
aldeana llamada Brunetta, de la que el marmitón estaba perdidamente enamorado;
y percibiendo la intrusa el delicioso vaho y viendo la grulla, empezó a pedirle
con empeño a Chichibio que le diese un muslo de ella. Chichibio le contestó
canturreando:
-No la esperéis de mí,
Brunetta, no; no la esperéis de mí.
Con lo que Brunetta
irritada, saltó, diciendo:
-Pues te juro por Dios
que si no me lo das, de mí no has de conseguir nunca ni tanto así.
Cuanto más Chichibio
se esforzaba por desagraviarla. tanto más ella se encrespaba; así es que, al
fin, cediendo a su deseo de apaciguarla, separó un muslo del ave y se lo
ofreció.
Luego, cuando les fue
servida a Currado y a ciertos invitados, advirtió aquel la falta y extrañándose
de ello hizo llamar a Chichibio y le preguntó qué había sido del muslo de la
grulla. A lo que el trapacero del veneciano contestó en el acto, sin atascarse:
-Las grullas, señor,
no tienen más que una pata y un muslo.
Amoscado entonces
Currado, opuso:
-¿Cómo diablos dices
que no tienen más que un muslo? ¿Crees que no he visto más grullas que ésta?
-Y, sin embargo,
señor, así es, como yo os digo; y, si no, cuando gustéis os lo demostraré
con grullas vivas -arguyó Chichibio.
Currado no quiso
enconar más la polémica, por consideración a los invitados que presentes se
hallaban, pero le dijo:
-Puesto que tan seguro
estás de hacérmelo ver a lo vivo -cosa que yo jamás había reparado ni
oído a nadie- mañana mismo, yo dispuesto estoy. Pero por Cristo vivo te juro
que si la cosa no fuese como dices, te haré dar tal paliza que mientras vivas
hayas de acordarte de mi nombre.
Terminada con esto la
plática por aquel día, al amanecer de la mañana siguiente, Currado, a quien el
descanso no había despejado el enfado, se levantó cejijunto, y ordenando que le
aparejasen los caballos, hizo montar a Chichibio en un jamelgo y se encaminó a
la orilla de una albufera, en la que solían verse siempre grullas al despuntar
el día.
-Pronto vamos a ver
quién de los dos ha mentido ayer, si tú o yo -le dijo al cocinero.
Chichibio, viendo que
todavía le duraba el resentimiento al caballero y que le iba mucho a él en
probar que las grullas sólo tenían una pata, no sabiendo cómo salir del
aprieto, cabalgaba junto a Currado más muerto que vivo, y de buena gana hubiera
puesto pies en polvorosa si le hubiese sido posible; mas, como no podía, no hacía
sino mirar a todos lados, y cosa que divisaba, cosa que se le antojaba una
grulla en dos pies.
Llegado que hubieron a
la albufera, su ojo vigilante divisó antes que nadie una bandada de lo menos
doce grullas, todas sobre un pié, como suelen estar cuando duermen.
Contentísimo del hallazgo, asió la ocasión por los pelos y, dirigiéndose a
Currado, le dijo:
-Bien claro podéis
ver, señor, cuán verdad era lo que ayer os dije, cuando aseguré que las
grullas no tienen más que una pata: basta que miréis aquéllas.
-Espera que yo te haré
ver que tienen dos -repuso Currado al verlas. Y, acercándoseles algo más,
gritó-: ¡Jojó!
Con lo que las
grullas, alarmadas, sacando el otro pie, emprendieron la fuga. Entonces Currado
dijo, dirigiéndose a Chichibio:
-¿Y qué dices ahora,
tragón? ¿Tienen, o no, dos patas las grullas?
Chichibio,
despavorido, no sabiendo en dónde meterse ya, contestó:
-Verdad es, señor,
pero no me negaréis que a la grulla de ayer no le habéis gritado ¡Jojó!, que si
lo hubierais hecho, seguramente habría sacado la pata y el muslo como éstas han
hecho.
A Currado le hizo
tanta gracia la respuesta que todo su resentimiento se le fue en risas, y dijo:
-Tienes razón,
Chichibio: eso es lo que debí haber hecho.
Y así fue como gracias
a su viva y divertida respuesta, consiguió el cocinero salvarse de la tormenta
y hacer las paces con su señor.
FIN
Temática: coloque a la inteligencia emocional porque Chichibio en vez de
discutir mucho con Brunetta mejor le dio
un muslo del ave, y busco una forma de explicarle a Currado que las aves solo
tienen un muslo, a pesar que
currado no le
pago por cocinarle
el ave y
hasta lo insult ado que las aves solo tienen un muslo, a pesar
que currado no
le pago por
cocinarle el ave
y hasta lo
insulto y humillo chichibio de forma divertida le respondió
a la ultima afrenta de Currado.
Tematica de la obra>
Inteligencia
Perdon
Resentimiento
Tipo de narrador: Observador porque no se
expresa como se siente Chichibio al verse acusado, simplemente se narra lo que
sucedió.
PERSONAJES:
Chichibio
Brunetta
Currado
Plantiamiento>
Currado mando una
grulla para que su vecino Chichibio la
asara y éste lo hizo. Cuando la ave ya estaba lista una aldeana enamorada de
Chichibio llamada Brunetta le pidió un muslo de dicha grulla, Chichibio
no quiso pero de tanto y tanto rogarle se la dio y luego llevo el resto del ave
a su vecino.
Nudo Currado noto que faltaba un muslo y se enojo por esto y comenzó a
reclamarle a Chichibio. Los dos quedaron de acuerdo de observar las aves para
ver quien tenia la razón, ya que Currado decía que las aves tienen dos patas y
Chichibio decía que tienen una pata.
Desenlace Cuando Currado dijo jojo la ave bajo
la pata escondida y le comprobó a
Chichibio que las aves tienen dos patas. Chichibio en vez de
contestar enojado le contesto de forma divertida, ya que cuando Currado recibió
el ave muerta el no dijo jojo y por eso solo le vio un muslo.
Diálogo Es directo: Contentísimo del hallazgo, asió la ocasión por los
pelos y, dirigiéndose a Currado, le dijo:
“-Bien claro podéis ver, señor, cuán verdad era lo que ayer os dije,
cuando aseguré que las grullas no tienen
más que una pata: basta que miréis aquéllas.
-Espera que yo te haré ver que tienen dos -repuso Currado al verlas. Y, acercándoseles algo más, gritó-: ¡Jojó! Con
lo que las
grullas, alarmadas, sacando
el otro pie,
emprendieron la fuga.
Entonces Currado dijo, dirigiéndose a Chichibio: -¿Y qué dices ahora, tragón? ¿Tienen, o no,
dos patas las grullas?”
Descripción
Etopeya “Currado Gianfiglazzi se distinguía en nuestra ciudad como hombre
eminente, liberal y espléndido, y viviendo vida hidalga, halló siempre placer
en los perros y en los pájaros, por no citar aquí otras de sus
empresas de mayor monta. Pues bien;
habiendo un día este caballero
cazado con un
halcón suyo una
grulla cerca de Perétola
y hallando que
era tierna y bien cebada,
se la mandó a
su vecino, excelente
cocinero, llamado Chichibio, con
orden de que se la asase y aderezase bien.
Chichibio, que era tan atolondrado como parecía, una vez aderezada la grulla,
la puso al fuego y empezó a asarla con todo esmero.”
Tiempo externo e interno “Terminada
con esto la
plática por aquel
día, al amanecer
de la mañana siguiente,
Currado, a quien
el descanso no había despejado el enfado, se levantó cejijunto, y
ordenando que le aparejasen los caballos, hizo montar a Chichibio en un jamelgo y se encaminó a la orilla de una albufera, en la que solían verse siempre grullas al
despuntar el día.” “-Pronto vamos a
ver quién de los dos ha mentido ayer, si tú o yo -le dijo al cocinero.” Tiempo interno: transcurrieron dos días.
Tiempo externo: fue escrita dicha obra en el siglo XIV, en 1351. Para engarzar estas cien historias,
Boccaccio estableció un marco de referencia narrativo. La obra comienza con una
descripción de la peste bubónica (la
epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348
Psicológico y social. “Currado Gianfiglazzi se distinguía en nuestra ciudad
como hombre eminente, liberal y espléndido, y viviendo vida hidalga, halló
siempre placer en los perros y en los pájaros, por no citar aquí otras de sus
empresas de mayor monta. Pues bien;
habiendo un día este caballero
cazado con un
halcón suyo una
grulla cerca de Perétola
y hallando que
era tierna y
bien cebada, se la
mandó a
su vecino, excelente
cocinero, llamado Chichibio, con
orden de que se la asase y aderezase
bien. Chichibio, que era tan atolondrado como parecía, una vez aderezada la
grulla, la puso al fuego y empezó a asarla con todo esmero.” A pesar que Chichibio era atolondrado poseía inteligencia emocional
porque al ser tratado de mala forma por Currado Gianfiglazzi en vez de
contestar de forma agresiva lo hizo de forma divertida.
LA MUERTA DE GUY DE
MAUPASSANT
La había amado
desesperadamente! ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo,
tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo
nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de
un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que
se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como
una plegaria.
Voy a contarles
nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La
conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos
tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella,
que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en
este nuestro antiguo mundo.
Y luego ella murió.
¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy
mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió
durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió,
pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas,
y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus
sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me
contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo!
Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo:
"¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!
Me consultaron acerca
del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el
ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella
dentro. ¡Oh! ¡Dios mío!¡Dios mío!
¡Ella estaba
enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas...
mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de
las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.
*
Ayer regresé a París,
y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación, nuestra cama, nuestros
muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte-,
me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la
ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas,
entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban
un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles
grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé
junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para
poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de
salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños
zapatos hasta su sombrero.
Me detuve delante de
aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces,
tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí
de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme,
vacío cristal- que la había contenido por entero y la había poseído tanto como
yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo
toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible
espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo
corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él,
todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en
su amor! ¡Cuánto sufro!
Me marché sin saberlo,
sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de
mármol blanco, con esta breve inscripción:
«Amó, fue amada y
murió.»
¡Ella está ahí debajo,
descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y
permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y
un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar
la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme
del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a
vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es
esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin
embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros
necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro
generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y
vino de las vides, y comer pan de las llanuras.
¡Y para todas estas
generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí
no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra.
¡Adiós!
Al final del
cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua,
donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las
propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen
mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un
triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.
Yo estaba solo,
completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí
entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un
náufrago se agarra a una tabla.
Cuando la luz diurna
desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente,
lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un
lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada.
Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis
pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla.
Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las
cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores
marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras.
¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!
No había luna. ¡Qué
noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos
entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo tumbas! A mi
derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había
tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas
empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué?
Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la
impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de
cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo
permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a
morir.
Súbitamente, tuve la
impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba
moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de
levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi
claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego
apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su
encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En
la cruz pude leer:
«Aquí yace Jacques
Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno
y honrado y murió en la gracia de Dios.»
El muerto leyó también
lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una
piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las
borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían
estado grabadas. A continuación, con la punta del hueso de lo que había sido su
dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos
trazan en las paredes con una piedra de fósforo:
«Aquí yace Jacques
Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a
disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a
sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió en pecado
mortal.»
Cuando hubo terminado
de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi
alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos
habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes
habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos
habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas,
embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y
habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles
esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados
comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables.
Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y
sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras
estaban vivos.
Pensé que también ella
había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes
medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido de
que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro,
el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco
antes había leído:
«Amó, fue amada y
murió.»
Ahora leí:
«Habiendo salido un
día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.»
Parece que me
encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.
FIN
Temática de la Obra:
Verdad
Amor
Pasión
Tipo de Narrador:
Protagonista
Personajes:
Narrador
La Amada
Jacques Olivant
Planteamiento El narrador había perdido a su amada, la cual la extrañaba y se
sentía triste por eso. Nudo Un día
mientras el estaba en su habitación sentado de repente sintió que la losa de
mármol se movia y dio un salto y apareció en un campo fúnebre y después de tanto ver tumbas miro a Jacques
Olivant era un muerto a quien en su lapida le habían escrito que murió a la edad de cincuenta y un años.
Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios. El muerto
borro esto y escribió: «Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de
cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su
fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó
todo lo que pudo y murió en pecado
mortal.» Todos los muertos habían borrado lo que les habían escrito en las
lapidas y habían escrito sus verdades.
Desenlace Al ver lo que los muertos
hicieron, el corrió ha ver que había escrito su amada, la encontró con un velo
y su lápida decía: “Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante,
pilló una pulmonía y murió.” Al amanecer lo encontraron sin conocimiento.
Diálogo> Monólogo
Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche
llegó a casa muy mojada, porque
estaba lloviendo intensamente,
y al día
siguiente tosía, y
tosió durante una
semana, y tuvo
que guardar cama. No recuerdo ahora
lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se
compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban
muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes.
Cuando yo le hablaba me contestaba, pero
no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he
olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo:
"¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!
Descripción
Descripción
Prosopografía “Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos
estaban brillantes y tristes.
Luego apareció el muerto, un esqueleto
desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi
claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. Está llena de rosales que
nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado
con carne humana.”
Tiempo externo e interno Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace
tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba
lloviendo intensamente, y
al día siguiente
tosía, y tosió
durante una semana,
y tuvo que guardar cama. Ayer
regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación,
nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano
después de su muerte-, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí
deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No había luna.
¡Qué noche! Estaba asustado,
terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras
de tumbas. Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba,
sin conocimiento. En el tiempo interno
transcurrió dos días desde la muerte de ella, hasta el momento en que él sabe
la verdad en el cementerio. En el tiempo externo lo escribió en el siglo
XIX.
Espacio físico “Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos.
Espacio físico “Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos.
Y, sin
embargo, no son muchos más numerosos los
muertos que los vivos.” “Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi,
sí, vi claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual
estaba sentado.” La ciudad y el cementerio
cercano.
Psicológico y
social. “¡La
había amado desesperadamente!” El protagonista la había amado sinceramente sin
embargo saber la verdad de la infidelidad de ella lo hizo hasta desmayarse.
viernes, 4 de mayo de 2012
Lunes 30 De Abril - Viernes 4 De Mayo
En esta semana que ya casi por finalizar ha sido bastante estresada por tanto trabajo y lectura de libros, nuestra compañera nos socializo el contexto histórico de Guy de Maupassant, del cual mas adelante tendríamos el control de lectura de su obra "Bola de Sebo y otros cuentos". Luego el Licenciado nos mostró la misión y la visión de nuestra universidad para tener mas conocimientos acerca de ello, cosas elementales que debemos manejar y desconocíamos. Todo esto porque la universidad esta en tramites para poder autenticarse. Ya para cerrar la semana hicimos el control de lectura de "Bola de Sebo y otros cuentos".
viernes, 27 de abril de 2012
Lunes 23 - Viernes 27 De Abril
Durante esta semana vimos el contexto histórico de Giovanni Boccaccio,hubo también tuvimos la celebración del "Día del Idioma" hubo invitados especiales, las premiaciones para los estudiantes que participaron en cuentos, ensayos, poesías y ortografías. Cordinamos una actividad por parte de el grupo vendiendo diferentes comidas el cual nos toco el departamento de El Paraíso. Después tuvimos el control de lectura de "El decamerón".
viernes, 20 de abril de 2012
Lunes 16 - Viernes 20 De Abril
En esta semana ha sido de muchos trabajos, hemos visto la organización para celebrar el Día del Idioma, lo cual ira estar muy bonito, ya empezaron los recitales de poesía y la semana próxima habrán muchas mas actividades y en clases tuvimos el control de lectura del Conde Lucanor del escritor Don Juan Manuel.
domingo, 15 de abril de 2012
Lunes 26 - Viernes 30 De Marzo
viernes, 13 de abril de 2012
Lunes 9 - Viernes 13 De Abril
En esta semana después de unas largas vacaciones nos entregaron los exámenes, y realizamos una investigación del escritor del libro: El Conde de Lucanor, Don Juan Manuel, hablamos de su contexto histórico y de sus obras.
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